Procusto
era un personaje siniestro de la mitología griega que además de ladrón era torturador. Ataba a sus víctimas a una cama alargando
o acortando los cuerpos que no se ajustaban a sus dimensiones.
Ese tal
Procusto ha tenido una legión de seguidores a lo largo de los siglos. Algunos como Hitler, Stalin y Mao han sido, tal vez
los más populares y negativos para la humanidad durante el último siglo. Otros
son anónimos pero igualmente peligrosos.
Los procustos,
los enemigos de las diferencias y amantes de la uniformidad, son casi más numerosos que los jilipollas, y hay que temerles
más, porque es imposible cubrir un frente tan amplio y tan destructivo. Asesinan a la esencia de la vida que es la diversidad.
Por el día o por la noche, (in the morning in the night) , tanto si madrugamos o no levantamos tarde nos están acechando en
todas partes, como una plaga.
Por eso
cuando uno encuentra un lugar como el Mediterráneo donde habita la diversidad se siente como en casa, o incluso mejor.
El otro
día un primo mío me comentó que conocía un local en Badalona que me encantaría, ya que lo frecuentaban personas que eran iguales
que yo. Horrorizado le contesté, parafraseando a mi admirado Groucho Marx que nunca entraría a un local en el que admiten
a individuos como yo.
Si frecuento
locales como el Mediterráneo es precisamente porque viene gente distinta a mí que me enriquecen como persona. Aquí tengo amigos
y amigas más jóvenes y más viejos que yo, con los que puedo compartir risas,
bromas, conversaciones, organizar excursiones geniales a la montaña, montar cenas improvisadas con fabada, tortilla de
patatas, o queso y vino abundantes, aderezados con música de Brassens, o incluso asistir a un concierto de Serrat o de rock
duro.
Aquí puedo
disfrutar de estilos musicales variados y diversos, de la mano de Tito Cava, Paco Martín, Juanjo Ferrer, Johnny, Albert Fibla,
Pedro hermosilla, cada cual con su acento y su talento, como dice una nueva canción de estos dos últimos. Por cierto, ¿por
qué no cantáis más a menudo vuestras propias canciones, si con el tiempo pueden llegar a formar parte de nuestra pequeña,
pero importante, memoria individual y colectiva?
Pero, por
encima de todo, aquí, en el Mediterráneo, donde habita el talento, la creatividad, el buen rollo, que son hijos de la diversidad,
aprendo cada día a ser yo mismo, y a decir no a los procustos que me quieren meter en su cama. Porque, como decía otro primo
mío, a estas alturas de la película uno ya no se puede acostar con cualquiera.