ENTREVISTA a Joan Manuel Serrat, cantante "La vida me está dando una propina sumamente generosa" Serrat: "Que otros canten mis temas lo tomo como una caricia"
LA EXPERIENCIA "No sacar provecho de una situación como la vivida sería una pérdida de tiempo" |
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EL PÚBLICO "La gente quiere reencontrarse con un artista al que quiere y siente como propio" |
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EL ÁNIMO "Me siento extraordinariamente bien: le he visto la cola al lobo" |
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LLUÍS BONET MOJICA - 07/07/2005 Barcelona
A
partir de esta noche (22 h) y hasta el domingo, Joan Manuel Serrat se reencuentra con el público barcelonés con una tanda
de cuatro conciertos en el marco del Teatre Grec, dentro de su gira Serrat 100 x 100, que arrancó el pasado 6 de mayo
en Valladolid, una vez superada la enfermedad que le llevó al quirófano. En su primera comparecencia pública, el primero de
diciembre del 2004, tras la operación de carcinoma de vejiga, el cantautor declaró que el retorno artístico vendría marcado
por "el envase, el cuerpo. Y lo hará con la sabiduría propia de la naturaleza. Pero también seré yo, con diálogos continuos
con el envase, quien le imponga un ritmo de recuperación".
El ritmo recuperatorio ha sido trepidante. Joan Manuel
Serrat (Barcelona, Poble Sec, 1943) está como pez en el agua. Es decir, como artista en el escenario. Homenajeado en Madrid
a principios de junio, en una fiesta a la que asistió el presidente del Gobierno, Serrat vuelve a tocar,como a él siempre
le ha gustado decir.Yreaparece, ante el público barcelonés, en la intimidad de su guitarra y el piano de Ricard Miralles.
-Las entradas para sus cuatro recitales en el Grec hace meses que están agotadas. ¿Este reencuentro oficial con
el público de Barcelona le supondrá un impacto emocional?
-Lo estaba esperando. Con el respeto que uno espera
un acontecimiento determinado y del que, evidentemente, forma parte. Esperaba y deseaba volver a cantar en Barcelona. Lo he
estado agurdando con ese punto de inquietud que siempre conviene, pero con la seguridad de que voy a encontar un público amable
y cómplice. Un público amigo que, por encima de cualquier cosa, vendrá al Grec a reencontrarse con un artista al que quiere
y siente como propio.
-¿Pasar del Serrat sinfónico a este Serrat 100 x 100 supone un
gesto de austeridad o tal vez la metáfora del artista que, superado un trance difícil, quiere recuperar sus orígenes?
-Será
más sencillo en cuanto a su presentación, pero en ningún caso más fácil. Con Serrat sinfónico tuve una dificultad:
acostumbrarme a cantar con la diferente fórmula rítmica que representa una gran orquesta en relación con lo que es un grupo
de acompañamiento. Cuando tocas con un grupo es como ir en un tren; tocar con una orquesta sinfónica es como viajar en un
transatlántico. Actuar con una orquesta sinfónica requiere un trabajo, pero cuando reduces el acompañamiento musical al piano
y la guitarra, sin perder los cimientos de la canción, requiere un esfuerzo de preparación muy grande de cada una de las canciones.
Miralles y yo llevamos muchos meses trabajando en esa reelaboración de las canciones. ¡Y no ha resultado nada fácil!
-¿Ve
ahora las cosas, el mundo, digamos que con una mayor perspectiva?
-Después de lo que me ha pasado, es evidente
que no sacar provecho de ello sería una verdadera lástima. Atravesar por una situación preocupante y dramática, como suelen
ser esas enfermedades, sin sacarle provecho, supondría una grave pérdida de tiempo. Lo que va por delante de todo, en la experiencia
que he tenido, es vivir el tiempo que me reste de la mejor manera y con la mayor intensidad. Disfrutando de todo lo que pueda
y seguir trabajando. Sin mirarlo con ninguna perspectiva, sino a través de una vida en la que cada vez tienes más cosas que
mirar, incluyendo presente y pasado. El tiempo te puede proporcionar una perspectiva, pero lo que yo quiero ahora es vivir
de cerca el tiempo que me quede. De cerca, no de lejos, y con intensidad.
-Ha superado usted un trance difícil.
-Me siento extraordinariamente mejor. Entre otras cosas, porque le he visto la cola al lobo. Poder salir airoso
de una historia semejante hace que te sientas muy bien. De todas maneras, a partir de una cierta edad, lo que la vida te va
dando ya es de propina. Amí la vida me está dando una propina muy generosa, y yo trataré de estar al nivel de este regalo
que me da.
-Usted me dijo una vez que era consciente de que podía llamar a la puerta de cualquier casa para que
le invitaran a comer, y que, además, le pondrían la vajilla de los domingos. ¿Le agota tanta solidaridad recibida?
-Había
un catalán, universal y maravilloso, llamado Francesc Pujols, que decía: "Llegará un día que los catalanes, por el sólo hecho
hecho de serlo, iremos por el mundo y lo tendremos todo pagado". Usted sabe bien que una de las cosas que amí me gustan, en
esto de las giras, es que no las hago sólo para tocar y cantar. Las hago porque me gusta viajar a otros sitios y porque tengo
amigos en cada sitio. Porque me gusta comer y conocer lo que hay en cada lugar. Una de las cosas que ahora me ocurren es lo
que decía Pujols: me invitan a comer en todos los sitios donde voy. ¡El dicho se ha convertido en realidad! Esto significa
que están contentos de volver a verme, aparte de comprobar que siguen conservando a un buen cliente. Aparte de que me sale
muy económico, es algo que me reconforta mucho, ja, ja.
-Por decirlo de manera simbólica: ante un trance como el
que ha afrontado, ¿no será que ahora quiere volver artísticamente a lo más auténtico y directo, como en sus comienzos artísticos?
-No. La situación personal de salud que he atravesado no me afectó a la hora de trabajar. Al contrario: fue un
estímulo para tirar hacia adelante. No he tratado de marcar un punto y aparte, sino de buscar una nueva manera de captar y
enfocar mi trabajo, tratando de aproximarme más a la gente y mantener con ella un contacto más cercano, más íntimo y cómplice,
donde todo está muy a la vista y es muy de verdad.
-Antes de entrar en el quirófano, se despide usted actuando
en Madrid y luego retorna al escenario. Ha regresado sin haber caído en el desánimo.
-Es que la música me ha ayudado
mucho. Pero también sabía que, anímicamente, no iba a sentirme totalmente restablecido hasta que no estuviera haciendo mi
trabajo. Pero haciéndolo con intensidad. Yo no tenía suficiente con reaparecer en un concierto y decir: "Adiós,me voy a mi
casa". Quería hacer una gira. Una gira que, por cierto, está siendo una de las más duras que he afrontado a lo largo de mi
carrera, en lo que respecta a actividad e intensidad. Y estoy encantado de la vida por haber hecho esta gira. Me ha ido muy
bien y me ha ayudado mucho. Es cierto que para realizarla he debido hacer un gran esfuerzo para estar físicamente bien y poder
rendir. El hecho de encontrarme bien físicamente me ha permitido subir al escenario y aguantar toda la historia. Y me ha proporcionado
la tranquilidad de sentirme muy normalizado. Muy normalizado en lo que tengo, en lo que soy, en lo que de alguna manera me
queda después de todo lo que he pasado.
-Artistas cubanos le cantan y colegas españoles han grabado dos discos
con canciones suyas que están en la memoria colectiva. ¿Se siente abrumado?
-Me lo tomo como una caricia y me
satisface que mis canciones puedan interesar a mis compañeros de oficio. Yo escribo porque me gusta escribir y canto porque
me gusta cantar. De algún modo también hago canciones -tal vez por encima de cualquier otra razón- para que la gente las cante
conmigo. De no ser así, esas canciones no hubieran sobrevivido, limitándose a servir para una época determinada. Me gusta
que mis canciones se pinten de otros colores y que caminen con otros zapatos.
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