Jorge Palom

Entrevista a Joaquín Sabina en La Vanguardia

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ENTREVISTA. Joaquín Sabina, que reaparece con ´Alivio de luto´
"Mi disco transpira aires de supervivencia"
"Hago ripios porque la rima es la música del idioma"

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El cantante reconoce que la agorafobia le ha alejado de los escenarios durante cuatro años
 
LOS AMIGOS
"He tenido la suerte de contar con Caballero Bonald, Benjamín Prado o Luis García Montero"
 

ESTEBAN LINÉS - 20/09/2005
Madrid

He estado cuatro años en el agujero y ahora ya es hora de que salga". Trece canciones pondrán el punto final a ese vacío, nuevos temas surgidos de la pluma y la cabeza de Joaquín Sabina (Úbeda, 1949). Hoy aparece en el mercado español uno de los disco más esperados de los últimos tiempos, Alivio de luto (Sony/ Bmg), producido por Pancho Varona, Antonio García de Diego y José A. Romero. Varona y De Diego producen al cantautor andaluz desde hace un cuarto de siglo (El hombre del traje gris), y son los ejes instrumentales de la nueva grabación, gracias a su versatilidad en guitarras, teclados y bajos. A ellos se les ha unido ahora la siempre fiel vocalista Olga Román, Paco Bastante (bajo), Pedro Barceló y Tino DiGeraldo (baterías) y las guitarras de John Parsons y Jaime Asúa. Junto a las trece canciones de Alivio de luto se adjunta un DVD con una entrevista que le hizo el periodista Javier Rioyo, así como versiones acústicas y caseras de varias canciones del disco y tres vídeos de los temas Pájaros de Portugal, Paisanaje y Resumiendo.

El primer paso de esta rentrée lo protagonizará el próximo mes de noviembre, con una tanda de conciertos en el auditorio de Roquetas de Mar. Para después, prefiere no especificar. "Seguro que sigo, pero quiero ver cómo me veo otra vez bajo los focos, lo que siento. Habrá Madrid y Barcelona, por supuesto, pero todo se verá".

- ¿Qué han sido estos cuatro años en el agujero? ¿Quedan secuelas?

- Un ciclo donde perdí la afición al escenario y abandoné la música. Comenzó en el 2001, ciertamente, cuando me apareció un ictus, un coágulo cerebral que me dejó medio cuerpo paralizado. Me recuperé sin secuelas físicas pero, después de una etapa de euforia que coincidió con una buena gira por México y Puerto Rico, un miedo, algo, comenzó a funcionar dentro de mí. Agorafobia. Lo suspendí todo y durante mucho tiempo estuve prácticamente recluido en casa. Poéticamente tuve la suerte de contar con buenos amigos, como Ángel González, Caballero Bonald, Almudena Grandes, Benjamín Prado o Luis García Montero; gracias a ellos y otros más fueron saliendo libros míos… y algunas letras del disco. Miedo, lo que se dice miedo, ya no lo siento desde hace un año y medio.

- ¿Cuáles han sido esas colaboraciones fraternales materializadas en el disco?

- García Montero ha escrito Nubes negras después de que estuviéramos la noche anterior con una idea mía y que, la verdad, no me salía. Al día siguiente me la envió. Con Pepe Caballero construimos Dos horas después y con Benjamín algo parecido con Números rojos. Y, claro, la ayuda de los músicos, que han puesto en solfa sonora un disco que transpira aires de supervivencia.

- ¿A qué se refiere?

- Que Alivio de luto no es la obra que, ahora mismo, ni escribiría ni publicaría. Es un álbum excesivamente literario, que viene a ser como una crónica de todos estos años de estar en el pozo, el esfuerzo por superar una depresión de tres pares de cojones. Lo que ahora estoy escribiendo tiene otro talante, ja, ja, ja; en serio, es mucho más vital y optimista.

- De ahí que algunos cataloguen este Alivio… como una de sus obras más melancólicas.

- Si te fijas, los diecisiete discos anteriores también lo son, todos ellos. Creo que una buena canción ha de tener un poso de tristeza, ha de ser un poco melancólica, bastante cursi, y todo lo que pueda de demagógica. Ya sé que todos estos adjetivos no le vienen bien a la poesía, pero le vienen de puta madre a la canción. Por ejemplo, en una de mis canciones digo "los amores mejores son los que pierden". Esto es una cursilada tremenda, esto dicho en poesía no se aguanta de ninguna manera. Pero pasa que cuando uno llega a su casa y deja a un lado el libro de poemas de José Ángel Valente y pone una canción, las más cursis son las mejores. Hablo de José Alfredo Jiménez, de los tangos, hablo del propio Dylan cuando canta "no me digas que te diga la verdad porque soy incapaz de decírtela"; hablo de Brassens con su "qué triste es no estar más triste".

- Pero da la sensación de que no es la obra más cursi de su discografía.

- No lo es porque es demasiado triste, pero la verdad es que me hubiera gustado que fuese mucho más cursi.

- El nudo está en su regreso a los escenarios, nada más ni nada menos que en Roquetas de Mar. ¿Vendrán otros conciertos?

- Sí, voy a empezar poquito a poquito. En Roquetas, en resumen, no sabré qué decir, si no es el manido "¡Buenas noches, Roquetas!". Comenzamos allí porque es un auditorio estupendo que nos lo dejan cuatro días y estaré arropado por mis amigos. Y además es un sitio fantástico, con o sin teniente de la Guardia Civil. A lo que iba, éste va a ser un inicio que tendrá continuidad porque ya he suspendido dos giras. Por respeto a mí, a los músicos, ami gente, pero sobre todo a mí mismo esto ha de tirar adelante porque de lo contrario lo único que voy a escribir en el futuro es mi testamento. Y para esto último no tengo mucha afición reglamentaria.

- Hablemos de la sabinatura. Detrás del ripio (por ejemplo "Volaban los camarones por bulerías antes de que tus canciones fueran tan mías", del tema Paisanaje, o "Me falta un corazón, me sobran cinco estrellas de hoteles de ocasión" de Seis tequilas)hay poesía?

- Mira, joder, es que los periódicos españoles, las revistas culturales, jamás hablaban del ripio. El primero que lo usó fui yo, y además hablando de mí. Y eso ya comenzó a tocar las narices. Luego lo usaron mis enemigos contra mí, esos ilustres analfabetos, de la misma manera que yo les encumbré a ellos porque acabaron utilizando la misma fórmula. Serrat siempre me dice que no sea tonto, "no les digas que haces ripios sino versos, que al fin y al cabo les das de comer y no distinguirán una cosa de la otra". Bien, yo hago ripios y a mucha honra; me gusta la rima, y la rima es la música del idioma, y el ripio muchas veces es el camino para llegar a sitios donde pensabas que no podías ir.

- Los malvados dicen que el ripio se confunde con la poesía fácil. Que lo de Sabina no tiene mayor mérito.

- El Sabina tiene más arte, gracia y cojones que los casposos esos. No se puede olvidar que estamos hablando de una época que dura más de cuarenta años, de poesía libre y tal. En la última semana de vida de Pepe Hierro nos estuvimos intercambiando sonetos, que una vez publicados, me originaron una avalancha de sonetos enviados por jóvenes que me conocían por mi libro Ciento volando y catorce. ¿Eran ripios, eran sonetos? No lo sé. Sí sé que no quiero que me toquen más los cojones. Los ripios eran una tradición en prensa en los 20 y 30, y antes incluso la practicó Rubén Darío. Dos datos: se dice que el que recuperó recientemente este uso fue Alfonso Ussía, que es malísimo, hace mierdas que te cagas. Y, por otro lado, el poeta más puro del mundo, Jorge Guillén, escribió "cuando vayas a Londres no te atolondres". ¡Guillén, que no es Muñoz Seca! ¡Es que manda cojones!

- Sin duda Cabrera Infante debió de ser una inspiración en este particular jolgorio lingüístico.

- Le he copiado hasta la náusea, sobre todo jugando con las palabras, intentando hacer magia con los finales de las frases. Guillermo era un fuera de serie, nunca llegaré a las suelas de sus zapatos.


 

Jorge Palom
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