Un verso para un solitario...
-¡Ay!, yo no sé versos de memoria, ni siquiera míos.
-Pues entonces una idea.
-A veces leer un libro entrañable ayuda a paliar la soledad, y a veces a que uno se hunda más en ella. Pero está bien intentar
llegar al fondo de las cosas.
-¿Cuál ha sido ese libro en su caso?
-"En busca del tiempo perdido" de Proust. Aprendí francés para leerlo.
-Usted creció en una chabola con el tejado de zinc.
-Sí, mucha pobreza. Mi padre, que era químico farmacéutico, compró una farmacia a unos amigos que lo estafaron.
-¿Fue desgraciado?
-Los niños se acomodan a todo. No podía ir a la escuela y aprendí a leer solo. Cuando pude ir, a los 9 años, mi padre me
llevó a un colegio alemán. Le fascinaba su rigor científico, pero me vio saludar con el brazo en alto y me sacó rápido.
-¿Y su madre cómo era?
-Un ama de casa sin estudios, espontánea y llena de energía. Cuando tuvimos problemas económicos hizo ropa para niños y
cuando se acabaron hizo muñecos de trapo que regalaba a los pobres. Era muy diferente de mi padre, un universitario, instruido
y contenido. Tal vez por eso no se llevaban bien.
-¿Eso le marcó?
-Fue uno de los problemas de mi infancia, las peleas. Pero yo tenía una relación muy afectuosa con uno y con otro.
-¿Qué le ha decepcionado en la vida?
-Los políticos. Si hay una frase hecha que tiene vigencia en mi niñez y en mi vejez es esa de que el poder corrompe.
-Resuma este siglo que se acaba.
-Progreso técnico y científico. Egoísmo y vergonzoso desarrollo de la injusticia social. La globalización política y económica
está en boca de todos, pero nadie habla de la globalización de la hipocresía y de la frivolidad.
-Somos frívolos e hipócritas.
-No somos inocentes, nos dejamos impresionar por esas recetas mundiales. Pero los jóvenes son muy indefensos y absorben
toda ese faramalla de violencia, de muerte, de asesinatos y en ellos está el futuro. Seamos responsables.
-Usted fue un hombre muy activo en política. Dirigió el movimiento 26 de Marzo.
-También eso me decepcionó. Si uno pertenece a un partido tiene que subirse a una tribuna y hablar, y de pronto me encontré
defendiendo cosas en las que no creía.
-¿Ya no defiende el socialismo?
-Su esencia, sí. He seguido escribiendo de política, pero mi opinión, equivocada o no.
-Quizá somos demasiado individualistas.
-Si uno se enclaustra en el yo conspira contra las relaciones con los demás. Generosidad es abrirse a los otros y es una
invitación a que los otros se abran a uno. La relación con el prójimo es la cura de la soledad.
-Su soledad ha inventado palabras.
-Eso lo aprendí de César Vallejo, quien cuando no encontraba una palabra se la inventaba y eso es bueno para los poetas.
-¿Y cuál es su palabra preferida?
-Probablemente amor, porque es mi sentimiento preferido.
-¿Y qué es el amor?
-La cumbre de las relaciones humanas.
-Nos pasamos la vida traicionándolo.
-Lo desvirtuamos, lo negamos, lo corrompemos. A menudo conspiramos contra nosotros mismos y contra la cuota de felicidad
a la que tenemos derecho. Pero nunca hay que achacar la culpa a los demás, somos nosotros los culpables de ese deterioro del
amor y por lo tanto de la felicidad.
-¿Felicidad?
-En mi novela "La tregua" uno de los personajes dice: "La gente pone la felicidad tan alto, tan alto, que la hace inalcanzable".
Hay que intentar ser modesto con la felicidad
.-¿Qué le ha hecho feliz?
-Por ejemplo mi relación de pareja, 53 años casado con la misma mujer.
-¿Suerte?
-Comprensión. Hay que ponerse en el pellejo del otro para tratar de ver hacia dónde quiere ir y si uno le puede acompañar.
-¿Estaban de acuerdo en todo?
-Mi mujer nunca compartió mis ideas políticas, pero me ha acompañado en todos los problemas graves: amenazas de muerte,
exilios... No era solidaridad política sino humana. Y yo eso lo valoro mucho... Mucho.
-¿Ha pasado miedo?
-Claro, y ahora sé que lo más valioso del coraje es vencer el miedo.
-¿Qué causas ha defendido?
-La justicia en América Latina y la lucha contra el imperialismo norteamericano me ha llevado tiempo y páginas.
-¿Y se siente derrotado?
-Casi diría que la humanidad se siente derrotada. Pero estoy tranquilo con mi conciencia y eso es lo importante. En cambio,
no creo que los vencedores estén muy tranquilos con su conciencia.
-Igual no tienen.
-A todos nos espera la conciencia con sus acusaciones.
-Fue usted taquígrafo, cajero, vendedor, librero, periodista, traductor y burócrata...
-En todas partes hay algo bueno. Burócrata lo fui muchos años y me ha dado tema para mi literatura.
-Déme una sensación...
-Uruguay es la única oficina del mundo que alcanzó la categoría de república. ¡Era tan importante que cada familia tuviera
su funcionario público!
-Me recuerda la tristeza.
-La tristeza es la lluvia sobre un tejado de zinc.
IMA SANCHÍS